domingo, 5 de septiembre de 2010

LA HERENCIA - XXXI

Julián, después de la cena, acompañó a Goliat afuera mientras Mariana preparaba café. Cuando regresó, ella les contó su experiencia.

-Supongo que papá pensó que si nos tenía alejadas de su familia no nos veríamos involucradas en sus prácticas. Sólo su padre conocía las capacidades del hijo varón, entre las que se contaban la de adelantar el futuro y la comprensión innata de los símbolos. No estuvo el tiempo suficiente en la casa para terminar de desarrollarlas pero supo, mami, que te conocería y quiso que ese fuera su destino. Porque era el emergente más sano y deseaba tener una vida normal, se fue de su hogar a instancias de la abuela y no volvió pese a los reclamos de Victoria. Dejó dos objetos tras él: la cruz y la daga. El más preciado lo destinaba a vos. Por eso grabó tu nombre –aclaró mirando a Emilia.- El otro estaba reservado para protegerme. Él venía a recogerlos la noche en que sufrió el accidente… -Hizo una pausa.- Iba a intimidar a su hermana porque supo que yo correría peligro. Ella anhelaba ser la sucesora del abuelo aunque la jefatura de la hermandad estaba consagrada a los hombres. Sólo cometiendo un acto abominable podría reemplazar al Gran Regente. Tanto el parricidio como el fratricidio le fueron negados porque papá murió en un accidente y la abuela de languidez cuando ordenó que pintaran su retrato.

-¡Es monstruoso lo que decís, Mariana! –interrumpió su madre, impresionada.- Pero si esa espantosa mujer está muerta, ¿cómo podría suplantar a su padre?

-A través mío, mamá –dijo la joven después de una pausa.- Espera usar mi cuerpo para concluir el rito de iniciación. Entonces, podrá sustituirme por entero.

Emilia se incorporó bruscamente y la abrazó. Su grito repercutió más allá de los muros de la cocina:

-¡No lo permitiré! ¿Escuchás, Victoria? ¡No te vas a apoderar de mi hija!

Los hombres estaban conmocionados por la revelación de Mariana. Luis se acercó a las mujeres y atrajo hacia sí a la trémula madre que se refugió llorando entre sus brazos. Julián confirmó en los ojos de Mariana la veracidad de su testimonio. Con tono grave, preguntó:

-¿Qué más debemos saber para ayudarte?

-Esta cofradía persiste a lo largo del tiempo porque no se interrumpió la línea sucesoria. Sus regentes practican la metempsícosis y transmigran su alma a un cuerpo presente en el momento de la muerte. Cuando el abuelo falleció no había nadie más que su hija en la habitación, por lo que el traslado no pudo ejecutarse. Él podría haber consentido, pero no le perdonó la promesa incumplida de disponer la presencia del substituto en su lecho de muerte. El abuelo no era malo, ¿sabés? Estaba encandilado por la acumulación de conocimientos y deseaba, como todos sus antecesores, que no se perdieran. No era esa la ambición de su hija para quien el conocimiento representaba poder y estaba dispuesta a cualquier sacrilegio para lograrlo. El viejo lo sabía y sacrificó su continuidad para malograr sus planes.

-Entonces –dijo el joven- si el conocimiento se perdió, ¿qué pretende recuperar tu… tía? –Casi le repugnó aplicar ese apelativo familiar a la perversa mujer.

-Si logra servirse de mí antes del plenilunio, recuperará los saberes de la hermandad…

-Y el cambio de luna es el viernes – completó Julián.

-Sí. Aún restan dos días para que pueda fortalecer mi percepción. Mientras tanto, ella intentará entorpecer mi aprendizaje.

-¡Por Dios, querida! –Intervino su madre que, después de recuperar la calma en brazos de Luis, había escuchado el diálogo de los jóvenes- ¿Podremos impedir su intromisión?

-Si ustedes están conmigo no podrá manipular mi mente. Eso es lo que reiteró la abuela. Cada día lejos de su influencia servirá para afianzar mi entendimiento y reforzarme para la confrontación.

-¡Confrontación, confrontación…! –rezongó Luis.- Esa es palabra propia de hombres. ¿Por qué tenés que ser vos?

-Porque sólo de mí puede valerse Victoria. De mi capacidad para desentrañar el significado de los símbolos o de mi persona para concluir su acto depravado. No leeré voluntariamente ningún libro ni cometeré ninguna herejía si soy dueña de mi pensamiento- pronunció como un voto.

-¡No te vamos a dejar sola ni a sol ni a sombra! –prometió su madre.- Creo que es hora de que vayamos a descansar.- Lo miró a Julián y le preguntó:- ¿Te molestaría que Goliat durmiera con nosotras?

-Quisiera yo tener el honor –contestó el joven risueño.- Pero me conformaré con dejarles a mi guardián.

-¡Mamá! Exagerada como siempre… –dijo Mariana para ocultar la turbación que le produjo la respuesta de su vecino.

Luis sonrió ante la salida de Julián. En el escaso tiempo en que se conocían demostraba una gran capacidad de recuperación. A todos los habían sacudido los enigmas de la casa, pero en su caso lo unía una larga relación con las herederas. Claro que el amor es atemporal, se dijo. Tendría un buen socio para defender a las mujeres. Apagaron las luces de la planta baja y dejaron encendidas las de la escalera. En la puerta del dormitorio de Emilia se despidieron:

-Duerman tranquilas que Goliat y sus ayudantes velarán por ustedes –bromeó Luis con una sonrisa.

Mariana ya había entrado cuando su madre se paró repentinamente en punta de pies para alcanzar la boca de su pretendiente; un beso fugaz que lo dejó aturdido cuando la puerta ya se había cerrado tras ella. El comentario jocoso de Julián lo despabiló:

-¡Eh, amigo! Que aunque te plantes toda la noche esa puerta no se volverá a abrir. Salvo que te conviertas en perro, claro. En esta casa todo es posible… -agregó con un movimiento de cabeza.

Luis enfiló hacia el cuarto que compartían y al pasar junto a Julián fingió que iba a golpearlo. El muchacho lo esquivó riendo entre dientes y le pasó un brazo fraternal por los hombros. Así ingresaron a la madrugada del miércoles.

6 comentarios:

Maricela dijo...

ahi Carmen, que me da... que me da.
me tienes en verdadero suspenso. mira que estoy atrapada en la novela. ya no se ni que decir.
ME ENCANTA!

Anónimo dijo...

Parece que se empiezan a aclarar ciertas cosas pero sigue siendo sumamente adictiva. Es una novela preciosa... Felicidades.

Arturo

Anónimo dijo...

uy se va develando un poco mas...buenisima carmen......recien hoy pude leer los dos ultimos.......asi q mañana espero la continuacion...felicitaciones...

cristina

Carmen dijo...

Gracias Maricela por tus comentarios y tu presencia. Un fuerte abrazo.

Carmen dijo...

¡Hola, Arturo! Me complace tanto que te siga gustando. Un abrazo.

Carmen dijo...

Bueno, Cristi. Tu deseo será complacido. Un gran abrazo.