Leo, a pesar del
cansancio, durmió a ratos. Las imágenes de Camila, Marcos y Toni se superponían
en su desvelo. Cami catatónica, el beso de Marcos, el abrazo de su hermano. No
veía la hora de que llegara la mañana y con ella la presencia del mediador. Intuía
que su amiga al verla se anclaría a la realidad. Se incorporó a las siete, se
bañó y se vistió en silencio. Caminó con sigilo hasta la cocina adonde, para su
sorpresa, ya estaban desayunando Irma y Marcos.
—¡Buen día!
—saludó la mujer—. Me imaginé que te levantarías temprano.
—¡Buen día! —les
sonrió a los dos.
El hombre le
ofreció un pocillo de café con leche y una mirada que atrasó el tiempo hasta el
abrazo de la tarde pasada. El recuerdo del beso se hizo tangible en su cara
ruborosa para deleite de Marcos. Leo se abstrajo en su desayuno para ocultar la
confusión. El timbre del teléfono hendió el espacio ocupado por el silencio.
Irma atendió y se lo acercó a Leonora: —Preguntan por vos —le dijo.
Ella habló por
varios minutos con el invisible interlocutor y le pasó el aparato a Marcos para
que indicara al abogado el camino para llegar a la clínica.
—Era el doctor
Sánchez —le aclaró a Irma mientras Silva le daba las instrucciones—. Nos va a
esperar en la puerta del sanatorio.
El hombre colgó,
le devolvió el teléfono a la mujer y se dirigió a Leo: —¿Lista?
Ella asintió y lo
siguió hasta la salida. Se despidieron de Irma y subieron al auto.
—¡Suerte,
querida! —deseó su anfitriona.
La joven le
prodigó una sonrisa esperanzada mientras el coche se ponía en marcha. Se acordó
de Toni y preguntó: —¿Mi hermano está en tu casa?
—No. Volvía a
Rosario cuando yo salí a buscarte.
—Gracias por tu
consideración —dijo la chica—. Me hubiera preocupado que este tarambana tuviera
algún accidente nocturno.
—No después de
haber hecho las paces —sonrió Marcos—. Debía preservarlo para tu tranquilidad.
Leo suspiró y se
aflojó contra el asiento. ¿Por qué acepto
con tanta naturalidad los cuidados de este hombre al que cinco días atrás no
conocía? ¿Porque me gusta o porque preciso sentirme amparada? No puedo negar
que me atrae, pero no quiero confundir necesidad con seducción. Cuando recupere a
mi amiga podré descifrar esta incógnita.
A medio camino,
le confesó a su acompañante: —Si Sánchez no logra convencer a Matías, tengo que
pensar en otra estrategia para estar a solas con Camila.
—Tranquila,
muchachita. En su momento lo resolveremos —la voz calmosa de Marcos intentó
bajarle la ansiedad.
No hablaron hasta
que el conductor estacionó: —Leonora —manifestó presionando su antebrazo con suavidad—,
quiero que sepas que soy tu aliado incondicional. Pase lo que pase con el
abogado, encontraremos la forma de acercarnos a Camila —la mirada con la que
certificó sus palabras fue tan contundente como su declaración.
Ella lo contempló
casi amantemente, persuadida de su apoyo en cualquier contingencia. El hombre
interpretó el mensaje de las pupilas femeninas y se sintió inspirado para
luchar contra cualquier maleficio que pudiera perseguirla. Leo se sustrajo a la
inmovilidad de sus ojos encadenados y examinó la entrada a la clínica buscando
al mediador. “Debe ser ese tipo trajeado”, pensó.
—Ahí está el
abogado —le transmitió a Marcos.
Él bajó del auto
mientras ella hacía lo propio. Juntos, se dirigieron al encuentro del hombre.
—¿Doctor Sánchez?
—preguntó Leonora no bien se acercaron.
—Doctora Castro…
—asintió con un gesto y le tendió la mano—. Supieron describirla bien en su
estudio.
Ella sonrió ante
la galantería propia de un negociador. Presentó a su acompañante: —Marcos
Silva, el doctor Sánchez —los incluyó en el ademán.
Los hombres se
estrecharon las manos y el abogado propuso: —¿Algún lugar adonde puedan ponerme
al tanto de la situación?
—A la vuelta hay
un bar —afirmó Marcos—. Podremos hablar en privado.
El local, poco
concurrido, les garantizaba discreción. Después de ubicarse en una mesa,
Leonora resumió para el letrado los acontecimientos a partir del llamado
telefónico de Teresa. Concluyó con una exhortación: —¡Doctor!, sé de su pericia
en estos litigios y confío en que su intervención me ayude a conectarme con
Camila —. Bajó la cabeza y balbuceó estremecida—: Es mi mayor esperanza…
Marcos cubrió con
su diestra la mano temblorosa de la joven que descansaba sobre la mesa. Sánchez,
haciéndose cargo del ruego de su colega, la miró con llaneza y trató de
tranquilizarla: —Leonora, prometo poner de mi parte todo lo que sea posible
para lograr ese acercamiento. No obstante, usted sabe que no siendo familiar de
la paciente su pedido puede ser rechazado por los parientes directos. En vista
de su compromiso emocional, considero prudente comparecer sin su presencia. La
asistencia de un abogado suele provocar reacciones con las que discreparía
—argumentó.
Ella esbozó un
mohín de desencanto, aún entendiendo las razones del mediador. Consintió con un
gesto que puso en funcionamiento al abogado quien se levantó, sacó el celular y
pidió un número para comunicarse. Marcos satisfizo su pedido y guardó la
tarjeta que le estiró. Después de que el profesional se dirigió a la clínica,
le dijo a la muchacha: —Vayamos a caminar. El ejercicio aliviará la espera.
Se arrimaron
hasta la plaza y recorrieron los caminos internos flanqueados por canteros
floridos. El hombre creyó oportuno compartir con Leo la propuesta que le había
hecho a su hermano.
—Anoche tuvimos
una larga charla con Toni y te concierne saber que le hice una oferta de
trabajo.
La chica
interrumpió la marcha frenando el desplazamiento de Marcos. Alzó la cabeza para
enfocarse en los ojos de él y atinó a decir: —Mi hermano no está preparado para
ninguna actividad…
—¿No le vas a
otorgar el beneficio de la duda?
—Ha sido poco
constante en los negocios que ha encarado y no quisiera que te defraude —aclaró
con seriedad.
Él la tomó del
brazo: —Sabés que me motivás para afrontar cualquier desafío. Tengo la certeza
de que tu hermano se puede convertir en un colaborador eficiente y estoy
dispuesto a entrenarlo para que así sea —garantizó con elocuencia.
Leonora no rehuyó
el significado de la declaración de Marcos. Afrontó su mirada y ratificó: —Por
esa razón no deseo que se convierta en un lastre. Aunque es mi hermano y lo
quiero, sería muy egoísta de mi parte imponerte su presencia.
—¿Nos darás una
oportunidad? —él refrendó el pedido con una sonrisa que acentuaba su atractivo.
—Solo si me
prometés que no me vas a ocultar los resultados —condicionó ella.
—¡Palabra!
—aceptó Marcos con entusiasmo.
La mano del
hombre aún rodeaba el antebrazo de la joven, y el contacto se les hizo tan
tangible que eclipsó por un momento el evento que los había acercado. Se
escrutaron intentando descifrar las emociones ocultas en el fondo de sus
pupilas hasta que el sonido del celular de Marcos los descentró. Atendió con un
leve gesto de contrariedad bajo la expectante mirada de Leo.
—Sánchez pide que
nos reunamos con él en el bar —le dijo al cerrar la comunicación.
—Entonces… no
funcionó la mediación —especuló ella con desánimo.
—No me comunicó
el resultado —disintió Marcos—. Y como te aseguré, no está dicha la última
palabra.
5 comentarios:
para cuando publica el final de esta novela interesante
Hola, Anónimo. Todavía falta, y gracias por tu interés. Saludos.
Porque tardaste tanto en publicar este capitulo! D: en realidad me la pasaba revisando tu pagina para ver si ya habías escrito este capitulo... En fin sigue así muy buen trabajo :D ojala y termines la novela porque esta muuuy interesante... Chao!
Porque escribo en mis ratos libres. ¿De dónde sos, Anónimo? Abrazo.
De México :D jejej oficialmente tu fan
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