miércoles, 11 de septiembre de 2013

VIAJE INESPERADO - X



Leo, a pesar del cansancio, durmió a ratos. Las imágenes de Camila, Marcos y Toni se superponían en su desvelo. Cami catatónica, el beso de Marcos, el abrazo de su hermano. No veía la hora de que llegara la mañana y con ella la presencia del mediador. Intuía que su amiga al verla se anclaría a la realidad. Se incorporó a las siete, se bañó y se vistió en silencio. Caminó con sigilo hasta la cocina adonde, para su sorpresa, ya estaban desayunando Irma y Marcos.
—¡Buen día! —saludó la mujer—. Me imaginé que te levantarías temprano.
—¡Buen día! —les sonrió a los dos.
El hombre le ofreció un pocillo de café con leche y una mirada que atrasó el tiempo hasta el abrazo de la tarde pasada. El recuerdo del beso se hizo tangible en su cara ruborosa para deleite de Marcos. Leo se abstrajo en su desayuno para ocultar la confusión. El timbre del teléfono hendió el espacio ocupado por el silencio. Irma atendió y se lo acercó a Leonora: —Preguntan por vos —le dijo.
Ella habló por varios minutos con el invisible interlocutor y le pasó el aparato a Marcos para que indicara al abogado el camino para llegar a la clínica.
—Era el doctor Sánchez —le aclaró a Irma mientras Silva le daba las instrucciones—. Nos va a esperar en la puerta del sanatorio.
El hombre colgó, le devolvió el teléfono a la mujer y se dirigió a Leo: —¿Lista?
Ella asintió y lo siguió hasta la salida. Se despidieron de Irma y subieron al auto.
—¡Suerte, querida! —deseó su anfitriona.
La joven le prodigó una sonrisa esperanzada mientras el coche se ponía en marcha. Se acordó de Toni y preguntó: —¿Mi hermano está en tu casa?
—No. Volvía a Rosario cuando yo salí a buscarte.
—Gracias por tu consideración —dijo la chica—. Me hubiera preocupado que este tarambana tuviera algún accidente nocturno.
—No después de haber hecho las paces —sonrió Marcos—. Debía preservarlo para tu tranquilidad.
Leo suspiró y se aflojó contra el asiento. ¿Por qué acepto con tanta naturalidad los cuidados de este hombre al que cinco días atrás no conocía? ¿Porque me gusta o porque preciso sentirme amparada? No puedo negar que me atrae, pero no quiero confundir necesidad con seducción. Cuando recupere a mi amiga podré descifrar esta incógnita.
A medio camino, le confesó a su acompañante: —Si Sánchez no logra convencer a Matías, tengo que pensar en otra estrategia para estar a solas con Camila.
—Tranquila, muchachita. En su momento lo resolveremos —la voz calmosa de Marcos intentó bajarle la ansiedad.
No hablaron hasta que el conductor estacionó: —Leonora —manifestó presionando su antebrazo con suavidad—, quiero que sepas que soy tu aliado incondicional. Pase lo que pase con el abogado, encontraremos la forma de acercarnos a Camila —la mirada con la que certificó sus palabras fue tan contundente como su declaración.
Ella lo contempló casi amantemente, persuadida de su apoyo en cualquier contingencia. El hombre interpretó el mensaje de las pupilas femeninas y se sintió inspirado para luchar contra cualquier maleficio que pudiera perseguirla. Leo se sustrajo a la inmovilidad de sus ojos encadenados y examinó la entrada a la clínica buscando al mediador. “Debe ser ese tipo trajeado”, pensó.
—Ahí está el abogado —le transmitió a Marcos.
Él bajó del auto mientras ella hacía lo propio. Juntos, se dirigieron al encuentro del hombre.
—¿Doctor Sánchez? —preguntó Leonora no bien se acercaron.
—Doctora Castro… —asintió con un gesto y le tendió la mano—. Supieron describirla bien en su estudio.
Ella sonrió ante la galantería propia de un negociador. Presentó a su acompañante: —Marcos Silva, el doctor Sánchez —los incluyó en el ademán.
Los hombres se estrecharon las manos y el abogado propuso: —¿Algún lugar adonde puedan ponerme al tanto de la situación?
—A la vuelta hay un bar —afirmó Marcos—. Podremos hablar en privado.
El local, poco concurrido, les garantizaba discreción. Después de ubicarse en una mesa, Leonora resumió para el letrado los acontecimientos a partir del llamado telefónico de Teresa. Concluyó con una exhortación: —¡Doctor!, sé de su pericia en estos litigios y confío en que su intervención me ayude a conectarme con Camila —. Bajó la cabeza y balbuceó estremecida—:  Es mi mayor esperanza…
Marcos cubrió con su diestra la mano temblorosa de la joven que descansaba sobre la mesa. Sánchez, haciéndose cargo del ruego de su colega, la miró con llaneza y trató de tranquilizarla: —Leonora, prometo poner de mi parte todo lo que sea posible para lograr ese acercamiento. No obstante, usted sabe que no siendo familiar de la paciente su pedido puede ser rechazado por los parientes directos. En vista de su compromiso emocional, considero prudente comparecer sin su presencia. La asistencia de un abogado suele provocar reacciones con las que discreparía —argumentó.
Ella esbozó un mohín de desencanto, aún entendiendo las razones del mediador. Consintió con un gesto que puso en funcionamiento al abogado quien se levantó, sacó el celular y pidió un número para comunicarse. Marcos satisfizo su pedido y guardó la tarjeta que le estiró. Después de que el profesional se dirigió a la clínica, le dijo a la muchacha: —Vayamos a caminar. El ejercicio aliviará la espera.
Se arrimaron hasta la plaza y recorrieron los caminos internos flanqueados por canteros floridos. El hombre creyó oportuno compartir con Leo la propuesta que le había hecho a su hermano.
—Anoche tuvimos una larga charla con Toni y te concierne saber que le hice una oferta de trabajo.
La chica interrumpió la marcha frenando el desplazamiento de Marcos. Alzó la cabeza para enfocarse en los ojos de él y atinó a decir: —Mi hermano no está preparado para ninguna actividad…
—¿No le vas a otorgar el beneficio de la duda?
—Ha sido poco constante en los negocios que ha encarado y no quisiera que te defraude —aclaró con seriedad.
Él la tomó del brazo: —Sabés que me motivás para afrontar cualquier desafío. Tengo la certeza de que tu hermano se puede convertir en un colaborador eficiente y estoy dispuesto a entrenarlo para que así sea —garantizó con elocuencia.
Leonora no rehuyó el significado de la declaración de Marcos. Afrontó su mirada y ratificó: —Por esa razón no deseo que se convierta en un lastre. Aunque es mi hermano y lo quiero, sería muy egoísta de mi parte imponerte su presencia.
—¿Nos darás una oportunidad? —él refrendó el pedido con una sonrisa que acentuaba su atractivo.
—Solo si me prometés que no me vas a ocultar los resultados —condicionó ella.
—¡Palabra! —aceptó Marcos con entusiasmo.
La mano del hombre aún rodeaba el antebrazo de la joven, y el contacto se les hizo tan tangible que eclipsó por un momento el evento que los había acercado. Se escrutaron intentando descifrar las emociones ocultas en el fondo de sus pupilas hasta que el sonido del celular de Marcos los descentró. Atendió con un leve gesto de contrariedad bajo la expectante mirada de Leo.
—Sánchez pide que nos reunamos con él en el bar —le dijo al cerrar la comunicación.
—Entonces… no funcionó la mediación —especuló ella con desánimo.
—No me comunicó el resultado —disintió Marcos—. Y como te aseguré, no está dicha la última palabra.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

para cuando publica el final de esta novela interesante

Carmen dijo...

Hola, Anónimo. Todavía falta, y gracias por tu interés. Saludos.

Anónimo dijo...

Porque tardaste tanto en publicar este capitulo! D: en realidad me la pasaba revisando tu pagina para ver si ya habías escrito este capitulo... En fin sigue así muy buen trabajo :D ojala y termines la novela porque esta muuuy interesante... Chao!

Carmen dijo...

Porque escribo en mis ratos libres. ¿De dónde sos, Anónimo? Abrazo.

Anónimo dijo...

De México :D jejej oficialmente tu fan