domingo, 9 de octubre de 2011

AGENCIA DE ACOMPAÑANTES - 10

Se levantaron a las ocho. Romina cambió su vestido de noche con prendas que le prestó su amiga, tomaron un café y salieron para el hotel. A las nueve y media estaban preguntando por Michael en la recepción.

-El señor Lemacks todavía no bajó -les informó el empleado.- ¿Desean que les comunique con su habitación?

-¡No, gracias! Lo esperaremos -afirmó Sandra.- ¿Y el señor Anderson?

-Dejó el hotel anoche. No volverá -aclaró mirando a la joven con aire compasivo.

-Te agradezco la información -dijo la muchacha.- ¿Vamos a sentarnos, Romi?

Se acomodaron en los cómodos sillones y Sandra se largó a reír.

-Debe creer que me hizo la pera -le cuchicheó a su amiga.- ¿Viste con qué piedad me miró?

-Sí. Un poco más, te invita a salir con él -bromeó Romina. Se puso seria y preguntó:- Hablaste de averiguaciones. ¿A qué te referías?

-Hablar con Abril para que indague con los empleados de este hotel acerca de Mike. Siendo colegas, no le negarán ninguna información -dijo resuelta.

Sacó el celular y estuvo conversando varios minutos con la contadora. Colgó con aire de satisfacción:

-Antes del mediodía, si las referencias son favorables, te verás libre de mi presencia.

Romina no respondió porque divisó a Michael saliendo del ascensor. Se levantó y alzó el brazo para llamar su atención. El rostro del hombre permutó de la confusión a la alegría. Caminó con soltura hacia ellas y les dio un beso en la mejilla.

-¿A qué debo esta espléndida sorpresa? -preguntó sin apartar los ojos de Romi.

-Queremos retribuir tus atenciones e invitarte a desayunar -respondió con una sonrisa. Le tradujo a su amiga que asintió con un gesto.

-¿Aquí o debo sacar el auto?

-Cerca. Iremos caminando -dijo Romina en inglés. Se volvió hacia Sandra y la consultó:- Estamos a tres cuadras de Quillahua, ¿te parece bien?

-Perfecto -aceptó su amiga.- Y charlá tranquila con tu yanqui que no me voy a aburrir.

Romi se rió y le indicó la ruta a Mike. Caminaron bajo un sol primaveral que prometía una tarde calurosa. Romina hacía de profesora entre Sandra y Michael. Les explicaba por turno cómo preguntar y responder en el idioma que ignoraba cada uno para poder entenderse. Entre risas entraron a la confitería. Ellas encargaron el desayuno típico argentino: café con leche, medialunas dulces y saladas, tostadas con manteca y mermelada. Michael, aparte de comer con apetito, también se comía con los ojos a Romina. Sandra sospechó que en ese momento de la pareja, se estaba transformando en la tercera en discordia. Una hora después vibró su celular anunciando un mensaje. Era de Abril. Se disculpó con sus acompañantes y salió fuera del local para hablar sin oyentes. Su amiga le confirmó la identidad de Michael, el buen concepto que tenían del empresario y la dirección y teléfono de su residencia particular. Sandra le prometió que apenas se vieran le iba a contar el motivo de su petición. Se despidieron cuando le dijo que se quedaba sin crédito. Volvió a la confitería con semblante festivo y le anunció a Romi:

-Te aviso que desde ahora me van a extrañar.

A su amiga se le encendieron los ojos. Michael no comprendió las palabras de Sandra pero supuso que encerraban un mensaje satisfactorio para las jóvenes.

-Hablé con mamá y, como hoy es su día, comeremos en casa. Quiere que vengas con nosotros -añadió Romina.

-¡Ah…! Ya sabés. No me da por festejar el día de la madre. Pero agradecele y dale un beso de mi parte.

-No quiero que almorcés sola…

-¿Qué diferencia hay con cualquier otro día? -dijo Sandra con cierta amargura. Cambió el gesto y manifestó:- Es casi medio día y no querrás hacer esperar a tu mami. Me voy y mañana nos hablamos. -Se levantó y saludó a la pareja.

Los dos la vieron bajar por la escalera que accedía al bar y cruzar el camino pavimentado hacia el espacioso terreno que comunicaba con el parque.

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