martes, 15 de noviembre de 2011

AGENCIA DE ACOMPAÑANTES - 23


-¿Acaso están catalogados? -musitó Luciano rodeándola con sus brazos y deslizando sus labios desde la tersa mejilla hasta la boca. Sandra se sobresaltó y apretó los labios. Después lo empujó con suavidad para separarlo.
-Suficiente -declaró.- ¿Vamos, chicos?
-¿Lucho se queda? -preguntó Bruno.
-Sí, macho -contestó el aludido.- Tengo que hacer. No hagan renegar a mi novia -recomendó mirando a la joven con regocijo.
-Estoy segura de que no necesitan amenazas para comportarse, ¿verdad, niños? Es que Lucho algunas veces suele ser bastante desmedido -dijo ella devolviéndole la mirada con descaro. Agitó la mano para saludarlo y caminó airosamente hacia la salida.
Luciano atesoró la deliciosa sensación del beso ficticio anticipando la plenitud de un beso incondicional. Volvió a su casa insatisfecho por haber tenido que separarse de la joven pero conciente de que debía obrar con mesura.
Sandra hizo el viaje hasta el club Alemán con dos irreconocibles pasajeros. Agradeció haber visto la saga de Harry Potter porque le dio material para intercambiar con los mellizos. Bruno se sentó junto a ella después de haberlo decidido por sorteo. La señora Páez los estaba esperando en la entrada y permitió que Diego ocupara el lugar del acompañante. Los chicos relataron a su madre el espectáculo con entusiasmo y, mientras esperaban la llegada del ómnibus, la mujer le abonó a Sandra los honorarios.
-Me debe cuatrocientos pesos, señora. Restaron cien del fondo para gastos.
-Si los ahorró, son suyos -dijo la dama con gesto categórico.- ¿Cómo se comportaron?
Los gemelos parecieron achicarse esperando una represalia. La muchacha los tranquilizó con una sonrisa y declaró:
-Como dos hombrecitos. Estuvimos en una librería y compraron esta hermosa enciclopedia -le tendió la bolsa a la madre que la revisó con gesto asombrado.
-¡Mamá! -gritó Diego para desviar su atención:- ¡Sandra es la novia de Lucho!
-¿Del ingeniero Méndez? -preguntó olvidada del contenido de la bolsa.
-¡Sí, mamá! -aportó Bruno.- Él la besó en la boca para despedirse -afirmó para dar veracidad a su informe.
-Qué raro que Rafael no me lo hubiera comentado… -consideró la mujer.- En fin, la felicito porque ese muchacho es un buen partido.
-Gracias, señora -respondió con modestia.- Espero que se vaya conforme con nuestro servicio y pueda recomendarnos a sus relaciones.
-Lo haré, lo haré. Hijos, saluden a la señorita que ahí viene el ómnibus.
Sandra les sonrió y les tendió los brazos. La señora Páez, ahora que era la novia de un buen partido, la abrazó y la besó en la mejilla. Los tres la saludaron desde la ventanilla y ella se quedó hasta que el vehículo abandonó la estación. Después dejó aflorar la risa que contuvo en presencia de su cliente. Entró a su departamento con una sensación de triunfo. Puso sobre la mesa del comedor los billetes, se despojó del anillo y la pulsera, y se dedicó a llamar a sus socias.
El primer llamado fue a casa de Romina. Lo atendió su amiga:
-¡Sandra! ¿Cómo te fue?
-Mejor de lo que esperaba -contestó riendo.- Ya nos vamos a reunir. Y vos, ¿qué novedades tenés?
-Salí por la mañana con Mike y dentro de un rato me pasa a buscar -dijo satisfecha.
-Novedades, dije. Novedades… -se burló Sandra.
-Tenemos que vernos. Algo de eso hay. Pero requiere una larga charla.
-Pienso citarlas a todas para comentar este primer trabajo. Si vos te podés desprender una noche de Mike, te quedás y hablamos.
-De acuerdo. Mañana me voy con el camisón. Papi estaba preocupado porque dijo que los chicos eran insoportables. ¿Te dieron mucho trabajo?
-Ya te voy a contar. ¿Me pasás con tu papá?
-Bueno. Besitos y nos vemos.
Rafael se puso al teléfono y Sandra le agradeció su recomendación. El hombre se disculpó por no haberla puesto en antecedente de las características de los muchachos. Ella dedujo que Lucho no le había contado nada y esa reserva fue un mérito más que él acumuló en su haber.

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