-Parece un buen tipo. Vas a tener que prepararte. Si la relación prospera, se la llevará a su país.
Su padre hizo un gesto de resignación. Pensó en el hogar vacío de la presencia de sus hijos y un roce perceptible de angustia arañó su garganta. Lucho interpretó su gesto y lo animó:
-No es tan grave, pa. Si la extrañás mucho te hacés un viajecito o ella vendrá a visitarte. Además están las videoconferencias con las cuales podrás verla todos los días.
-Es que pensaba en que a los dos se les dio por enamorarse al mismo tiempo. Así que regulen la salida de casa para que nos vayamos acostumbrando -rezongó Rafael.
Luciano le apretó el brazo riendo y después se dedicaron a terminar la comida. Cuando llegaron a la casa las mujeres se habían acostado. Él puso el despertador a las siete de la mañana decidido a indagar a su hermana quién se haría cargo del contrato. A las siete y media bajó a desayunar con sus padres.
-¡Buen día a los dos! -saludó besando a Luisa y palmeando a su padre.
-Creí que te ibas a levantar más tarde ya que no vendrás conmigo -dijo Rafael.
-No quería que se me fuera Romi -contestó.
-En un momento bajará. Mike la pasará a buscar a las ocho para desayunar -informó su madre.
-El yanqui no afloja, ¿eh? -comentó Lucho.
-Es un señor. Anoche, para no dejarme sola, cenaron en casa y después vimos una película -presumió Luisa.
-De lo que no me cabe duda es de su astucia. Sabe con quién congraciarse -dijo Rafael riendo.
-¿Estaban calumniando a Mike? -terció Romina entrando a la cocina.- ¡Buenos días a todos! -exclamó con alegría y repartió besos. Lo abrazó a Lucho por la espalda y le comunicó:- Hombre desconfiado, ¡hoy se concreta nuestro primer trabajo! ¿Qué me decís, eh?
El hermano le apretó los brazos que le había cruzado sobre el pecho y preguntó:
-¿Y quién será la encargada de ejecutarlo?
-Sandra. Porque las demás no tenemos la tarde libre.
Rafael respondió a la mirada de su hijo levantando una ceja.
Sandra concurrió al sanatorio para la curación a primera hora de la mañana. El médico le cambió el vendaje por uno más pequeño y le anunció que la herida estaba en pleno proceso de cicatrización. Llegó a la casa de Torcuato a las nueve, ansiosa de que se hicieran las tres de la tarde. Había combinado con la señora de Páez recogerla en
-Te traje un microchip gps para que lo agregués al celular -dijo Lucho- además de esta linterna con descarga eléctrica y este anillo que lanza gas pimienta. -Colocó todo sobre la mesa.
Sandra abrió los ojos y la boca y no pudo contener una carcajada. Luciano la contempló con expresión risueña y esperó a que le pasara el ataque de hilaridad.
-Esto no es broma, señorita -dijo cuando ella paró de reír.- Te enseño cómo se usa cada dispositivo. Dame tu mano izquierda.
Ella obedeció y trató de no volver a reírse como antes. Luciano deslizó el anillo en su dedo anular con la gravedad de quien está adquiriendo un compromiso -al menos así lo imaginó la joven-. Después le subió la manga de la camisa y colocó la pulsera con la pequeña linterna hacia arriba, de modo que cuando volvió a cubrirla sólo se veía la ajorca. A continuación, quitó el celular de su funda, le adhirió el microchip y volvió a guardarlo. Sacó su blackberry y lo manipuló con un gesto de aprobación:
-Listo, ya te tengo ubicada -dijo satisfecho.
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