domingo, 20 de noviembre de 2011

AGENCIA DE ACOMPAÑANTES - 25


Romina, para sorpresa de Sandra, tocó timbre a las cinco de la tarde. Apenas entraron al departamento le dijo:
-¡Sentate! ¡Te tengo una noticia sensacional! -y sin darle tiempo a preguntar:- ¡Estamos invitadas a una fiesta de la gran puta!
Sandra la miró divertida. Romi no acostumbraba a utilizar un lenguaje procaz, pero entendió que en este caso enfatizaba el carácter de la fiesta. No pudo interrogarla porque continuó:
-¡Es en Arancibia! La dueña del campo cumple años y dedica este fin de semana largo para festejar con amigos y parientes.
-¿Y yo qué tengo que ver si no entro en ninguna de esas categorías? -aprovechó para preguntar mientras Romina tomaba aire.
Aleccionada por su padre, contestó:
-Es que papá te considera como parte de la familia y pensó que te gustaría participar con nosotros de este evento. ¡Quiero que vengas, por favor! ¡Decí que sí! -exclamó Romi con exaltación.
-¡Bueno! Si me lo pedís así… ¿Pero no sería mejor que vaya Mike? -adujo con una sonrisa.
-¡También va! ¡Serán cuatro días espectaculares!
-¿Cuatro días? -repitió su amiga sobresaltada.- ¿Y adónde pararemos?
-En la estancia de Leonor que tiene como veinte habitaciones. Tendremos que llevar algún vestido de fiesta para el sábado. No sabés cuánto perseguí a Lucho para que me llevara a conocer la mansión, pero nunca me dio bola. Claro, como sólo soy su hermana… -se quejó.
-No rezongues. Que ahora tenés la oportunidad de conocerla. ¿Vestido de fiesta, dijiste? -Sandra se había quedado colgada del comentario anterior.- Mi ropa es de carácter informal…
-Mañana te acompaño a comprar algo al Portal -ofreció Romi. Su mirada se detuvo en el anillo y la pulsera que la dueña de casa había dejado sobre la mesa:- Qué pulsera rara… -dijo investigándola.
Sandra largó la risa y le refirió el aporte de Lucho.
-Bueno, bueno… Si se trata de protegerte no escatima ingenio -afirmó Romina.
-Me lo dio a mí porque me encargué del primer trabajo -aclaró su amiga.- Es para todas las que lo quieran usar -puntualizó.
-¿Y cómo te fue con el primer trabajo? -preguntó Romi haciendo caso omiso a las justificaciones de Sandra.
Ella suspiró. No podía ocultarle a su amiga las desventuras sufridas. La puso al tanto de la advertencia de Luciano, de su incredulidad, de las farsas de los mellizos y de cómo había recurrido a la ayuda de su hermano. Romina la escuchó con expresión neutra. Cuando terminó el relato, Sandra le dijo con estoicismo:
-Podés reírte todo lo quieras.
-No me voy a reír. Pero quiero que me contestes una pregunta que involucra a dos personas que amo sin pensar en que quiero inmiscuirme en tu vida -hizo una pausa hasta que su amiga hizo un gesto de aceptación:- ¿Vos sentís algo por Lucho?
Sandra reconoció en el rostro ansioso de Romina un interés desprovisto de cualquier otro sentimiento que no fuera el afecto. Podía sincerarse con su amiga:
-Me gusta, Romi. Y lo paso bien cuando estamos juntos. Pero me asusta la posibilidad de un fracaso más. ¡Y no con él, que es el hermano de mi mejor amiga! -dijo con pasión.
Romina la estrechó contra ella y declaró:
-¡Nunca! ¿Entendés? Nunca habrá malentendidos entre nosotras. Yo sería la mujer más dichosa del mundo si Lucho y vos formaran pareja, pero mis sentimientos no son más que una aspiración de deseo. Pero si en algo te atrae, me juego entera por mi hermano. Y no te voy a decir más, porque me basta con saber que no te es indiferente.
Permanecieron abrazadas hasta que Sandra la empujó con una risa.
-Soltame. Que si Mike nos ve pensará que somos tortis. Ayudame a preparar el mate.
Romina se sentía eufórica. Estaba convencida de que Lucho aventaría los fantasmas de la frustración que perseguían a su amiga y ahora, que tenía la custodia de sus declaraciones, se prometió guardar lealtad a los confidentes. En cuanto terminaron de acomodar la mesa del comedor, sonó el timbre. Sandra bajó y volvió a poco con el resto de las socias. Se saludaron alegremente y se sentaron esperando escuchar las novedades. Liliana se hizo cargo de la mateada mientras la dueña de casa, sin entrar en detalles, refería su primer trabajo, la contribución de Lucho a la seguridad y el anuncio de la segunda contratación.
-¿Quién se hará cargo? -finalizó.
-¿Cuántos años tiene el tal Jorge? -preguntó Abril.
-Como ochenta -contestó Sandra.
-¿Es soltero y sin compromisos? -insistió su socia.
-¿No pensarás…? -exclamó Margarita con cara de asco.
-Si lo es, yo tomo el trabajo -la miró a Sandra esperando la respuesta.
-Es viudo y creo que no anda noviando con nadie -le contestó.- Creo que será un buen partido para vos. En la primera estira la pata y te quedás con todos sus bienes.
-¡Aj! -expectoró Margarita.- ¿Cómo le podés proponer esa inmundicia?
-¿Y qué? Abril busca una rápida y suculenta salida a su situación financiera. Y Jorge puede ser su oportunidad -declaró con seriedad y después, sin poder contenerse, lanzó una carcajada.
El resto de las amigas, salvo Abril, la miraron con alivio.
-Desaceleren, chicas -dijo la contadora- que la idea de Sandra no es tan chocante. ¿Acaso Chaplin no tenía ochenta años cuando se casó con una mujer que podía ser su nieta?
-Sí, pero era un genio -aclaró Liliana.
-Yo no busco la genialidad, precisamente. Así que arreglado si ninguna se opone.
Le contestaron a coro su consentimiento en medio de bromas disparatadas a las que Abril no se dignó contestar. Margarita las participó de una posible clienta madre de un alumno de Coronda que deseaba conocer los centros de compra de Rosario. Las jóvenes se sentían entusiasmadas por el regular avance de su negocio. Sandra propuso que los primeros ingresos fueran depositados en una cuenta de ahorros y todas decidieron que estuviera a nombre suyo y de Romina por ser las artífices del proyecto. A las nueve se despidieron llevándose Abril las señas para contactarse con Miguel.

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